domingo, 16 de noviembre de 2008

" Y DE VERGÜENZA SE ENCENDIO MI CARA "

Gabriel del Río siempre tuvo una gran sensibilidad ante la injusticia y en este poema nos lo muesta, que es duro, como la dura realidad, esa realidad que se muestra ante nuestros ojos día tras día, esa realidad que muchos nos quieren ocultar, pero que no podemos ni debemos olvidar


sábado, 15 de noviembre de 2008

Corrido que no es corrido para un noviembre que no es mes


De entre los capítulos de la historia mexicana, el que más apasionaba a Gabriel del Río era el de la Revolución de 1910. Una revolución que no revolucionó, como la llamaría él en uno de sus poemas.
Nada mejor que traer a colación este texto con la cercanía del 20 de noviembre y sus celebraciones desmesuradas en un país en donde aún hay millones de pobres


Corrido que no es corrido para un noviembre que no es mes

Gabriel del Río


Que cuenten las consejas de los pueblos
la historia de Noviembre Peñaloza,
el rengo que escaló el más alto cerro
por cortar rebanadas a la aurora.

Brillaba su caballo, como brillan
los pedazos de vidrio con la luna
y noviembre llevaba, una a una,
sus quimeras colgadas de la silla.

Que cuenten las consejas de los pueblos
cómo noviembre hilvanó un rosario
de balas cabalgantes que prendieron
como viruelas en el campanario.

Era mayo y noviembre lo sabía;
abrían las rosas, tras la celosía
de la lluvia, sus senos palpitantes
y el ay de sus espinas lacerantes.

Los ojos de noviembre, capulines,
retratos de la noche campesina,
eran dos justicieros serafines
con espadas de luz, en la colina.

Buscaba liberar de los torzales
al campesino del arado largo
y formó su vivac tras los nopales,
para hacer un fusil con su letargo.

Noviembre vomitaba balaceras,
como si fuera cómplice del diablo
y robaba lo verde a sus trincheras,
para reverdecer su pie de palo.

Pero, de pronto, enmudeció la tierra
y el granizo de plomo se detuvo
y por la cabellera de la sierra
se vieron ascender dragones de humo.

Las nubes se llenaron de carbones
y se eclipsaron un millón de soles
y cayó del pirul una sordina
para el grillo del alma campesina…

Un resplandor iluminó la choza
de la quimera, sobre el campo ralo
y del cojo Noviembre Peñaloza
sólo quedó su extremidad de palo.

Que cuenten las consejas de los pueblos
la historia de Noviembre Peñaloza,
el rengo que escaló el más alto cerro
por cortar rebanadas a la aurora.

¿Por qué desfilas, pueblo?


"Escribiré un artículo, especie de entrevista con Rubén Olivares, el boxeador por muchos años ídolo de la afición. En una reunión del Club Primera Plana, a la que fue invitado junto con el también ex pugilista Ultiminio Ramos, platiqué con Olivares de muchos temas que servirán para el artículo: algunos recuerdos de sus combates, juicios sobre boxeadores a los que él admiró antes de comenzar su carrera, críticas a la comercialización excesiva del boxeo actual, etcétera.
Pero en la plática recordamos la ocasión en la que Gabriel, mi hermano, lo invitó a acompañarlo en un recital sobre el cuadrilátero de la Arena Coliseo, esa pequeña catedral del boxeo hoy cerrada. Previamente, Gabriel lo hizo ensayar algunas de las poesías incluidas en el recital. Fue un éxito. Olivares en alguna ocasión, en una entrevista, recordó a Gabriel, a quien llamó su maestro de actuación y de literatura.
Pues resulta que en la sesión de preguntas y respuestas, habitual en las reuniones del Club, yo le pedí a Olivares que dijera algo sobre su experiencia en aquella función de la Coliseo y él entonces recordó a su maestro y no sólo eso, sino que dijo, con buena entonación y justeza, un trozo de este poema, de Gabriel."

Salvador del Río

Periodista y hermano de Gabriel del Río



¿Por qué desfilas, pueblo?
Gabriel del Río
¿Por qué permites pueblo,
Que te exhiban así
el veinte de noviembre
como mono de circo?

¿Por qué dejas que muestren
tu cuerpo desnutrido
tus desnudeces flácidas
y tus jóvenes ojos
de obsidiana marcada
con rencor infinito?

¿Por qué aceptas que digan
que eres feliz y fuerte,
pujante deportista
si basta con mirarte
y observar tu barriga
para saber que comes
sólo chile y tortillas?

¿Por qué desfilas, pueblo,
el veinte de noviembre,
si los usufructuarios
de la revolución
están en sus palacios
y lucen en sus manos
anillos de brillantes
y tienen en sus mesas
los mejores manjares?

No dejes que te saquen
el veinte de noviembre
por las calles soleadas
a exhibir tu estatura
de pigmeo desnutrido
para que el mundo crea,
a través de la prensa,
que eres fruto magnífico
de un proceso social
y no burla de pillos.

El veinte de noviembre
exhibes tus piruetas
como mono de circo
y el veintiuno regresas
a los talleres fríos
a la tierra reseca
a tu banco y tu mesa,
a ignorar tu destino.

Tú no eres deportista.
Que no lo digan.
Recuerda de tu vida
las tristes experiencias
y las ansias fallidas
en las justas olímpicas.

No dejes que te exhiban
en desfiles grotescos.
¡Levántate y exige
Que te den el sustento,
que te curen las llagas
y no te falte techo,
que no vistas harapos,
que seas un pueblo nuevo
y que empuñes como arma
la luz del alfabeto!